Los autobronceantes tiene una larga historia y desde 1960 se desarrollaron los primeros autobronceantes comerciales a base de DHA.
Los autobronceantes tienen una larga historia que se remonta a la antigüedad. Los antiguos egipcios utilizaban una mezcla de agua y henna para broncear su piel. También se dice que las mujeres romanas utilizaban una mezcla de uvas trituradas y harina de cebada para broncear su piel.
En la década de 1920, las personas comenzaron a buscar formas más seguras de broncearse sin tener que exponerse al sol durante largas horas. En 1929, Coco Chanel regresó de un viaje a la Riviera Francesa con un bronceado dorado y comenzó la tendencia de bronceado artificial en Europa.
Chanel comenzó a vender un producto llamado «Huile Tan», un aceite autobronceador que se convirtió en un éxito instantáneo. El aceite, que se aplicaba directamente sobre la piel, contenía dihidroxiacetona (DHA), un ingrediente que reacciona con los aminoácidos de la piel para producir un color bronceado temporal.
En la década de 1960, se desarrollaron los primeros autobronceantes comerciales a base de dihidroxiacetona (DHA), que es un azúcar natural que reacciona con los aminoácidos de la piel para producir un bronceado temporal. Estos productos fueron inicialmente impopulares debido a la mala calidad del bronceado que producían y a su olor desagradable.
A medida que se desarrollaron tecnologías más avanzadas, los autobronceantes mejoraron en calidad y popularidad. En la década de 1980, aparecieron los primeros productos autobronceantes en forma de aerosol y en la década de 1990 se introdujeron los autobronceantes en forma de toallitas y geles.
Hoy en día, los autobronceantes son una forma popular y segura de obtener un bronceado sin exponerse al sol. Existen una gran variedad de productos autobronceantes disponibles en el mercado, desde geles y lociones hasta aerosoles y toallitas, y están diseñados para adaptarse a diferentes tipos de piel y preferencias de bronceado.